Monográfico de ACORDES & LETRAS dedicado a la presentación en Bilbao del nuevo libro de
JAVIER CERCAS :
EL IMPOSTOR
JAVIER CERCAS :
EL IMPOSTOR
en el Aula de Cultura de El Correo y con el periodista
César Coca como moderador
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Artículo sobre el libro aparecido en el XL SEMANAL y escrito por CARLOS HERRERA
Marco por cercas –
Carlos Herrera
Recuerdo haber
entrevistado a Enric Marco en alguna ocasión. Y, claro está, recuerdo también
el estremecimiento que producía su relato. Cualquiera que escuche en primera
persona a una víctima de un campo de concentración nazi difícilmente podrá
evitar un arañazo de impresión, y Marco presidía entonces la Asociación Amical
de Mauthausen, en la que figuraban inscritos los supervivientes de la pavorosa
'solución final' de Hitler y compañía, siendo él uno de ellos. Al menos eso
aseguraba. Los trabajos de un investigador de la historia concluyeron de
forma documental que Marco mentía: jamás pisó un campo de concentración ni fue
víctima de represalia nazi alguna por haber sido un luchador antifascista
exiliado de la España de Franco. Era un impostor. Fascinante.
La figura de Marco
merecía un análisis y unas cuantas gotas de literatura. Captó el interés de uno
de los mejores dibujantes de pasajes y emociones que conozco y leo: Javier
Cercas (El impostor, Random House, 2014). El autor de Soldados de Salamina se
acercó temerosamente a la figura de Marco y lo ha desnudado en un libro, como
otros de su factoría, inquietante e inevitable. Asegura el autor haber
tenido miedo al libro, al compromiso de buscar en el fondo de la historia del
impostor, pero el resultado desmiente esos temblores: la radiografía es tan
pasional como impecable, haciendo verdad aquello de que a veces puede crear
fascinación algo detestable, como una impostura semejante a la del barcelonés
Marco, hijo de una cautiva de esquizofrenia que nunca acabó de reconocerle y de
un padre desentendido y emparejado con una áspera borrachuza que lo maltrataba.
Su infancia consistió en pasar de mano en mano, de familia en familia, sin
acabar de encontrar nunca un ambiente adecuado para el afecto, yendo del
anarquismo a la república y de la república a Alemania a formar parte de
brigadas de trabajadores de intercambio que proporcionó el régimen de Franco al
Tercer Reich. Y ahí empieza el cuento.
Cercas cita a Magris
cuando este afirma que todo mentiroso, por colosal que sea, sabe que la mentira
bien armada es aquella que contiene no pocos elementos de verdad. Creo que la
cita es de Magris, pero ahora que lo escribo no estoy seguro; en cualquier caso
podría serlo. La mentira colosal de Marco contenía, efectivamente,
fragmentos de verdad, aroma a certidumbre, por cuanto Marco fue detenido por la
Gestapo y encarcelado algunos días por algunas cuestiones menores relacionadas
con el orden público. Es decir, en puridad, nuestro hombre sí estuvo
detenido por los alemanes... solo que en un calabozo un par de días y no en los
temibles barracones de Flossenbürg. Al poco fue devuelto expeditivamente a
España y Marco comenzó, paso a paso, a reconstruir su vida, a inventar su
historia con tanta precisión y detalle que nadie que le escuchara, ni siquiera
auténticos protagonistas de la tragedia, podía sospechar que todo era producto
de la fantasía.
Una vez desenmascarado
al cabo de muchos años, después de haberse revelado como una referencia
nacional y continental del sufrimiento, Marco fue convertido en una excrecencia
social. A pesar de ello no se arredró. Defendió su proceder asegurando que
gracias a su habilidad para la comunicación y su capacidad para seducir
auditorios hizo de la causa de los represaliados un permanente altar de
reconocimiento y respeto. Y es posible que así fuera: su habilidad en las
diferentes performances en las que estuvo implicado estaban fuera de duda. Su
argumento, por demás, guarda cierta similitud con el que utilizaron sin asomo
de vergüenza los apologetas y partidarios de otra cuentista global, Rigoberta
Menchú, la líder indigenista guatemalteca que también inventó una vida de
penurias que ni con mucho se asemejaba a la realidad. El argumento era que ella
no hacía otra cosa que «asumir la historia colectiva» y personificarla
didácticamente para así transmitir el sufrimiento de un pueblo. Y tal y tal,
cabría añadir.
A pesar de ello, Cercas
sitúa a Marco en el fuego de los infiernos. Le condena, para ser más exactos.
Pero antes desarrolla un esfuerzo en un intento de comprender al personaje. El
debate del libro estriba también en si comprender es justificar. Cercas cree
que no. El resultado está a la vista en un libro apetitoso. Juzgue usted mismo.